jueves, mayo 04, 2006

Colofón al Universo Korg- El salto final

Este es, a manera de despedida, un esbozo del último relato del universo Korg, un final -espero inteligible y digno- a este universo y sus personajes, ambientado después de "Sinfonía de atractores", último relato en lista.


Y allí, extendiéndose indeterminado y sin nombre entre las estrellas que había sabido conocer, palpó con su instrumento una incompleta pieza de la esencia

Una nota discordante...

Aquel, que había sido humano y trasegado los valles y desiertos de mil mundos se subsumía ahora, absorbido por las cambiantes melodías del gran muro y es que ¿podría alguien aprehender de los millones de universos creandose a cada instante? ¿podría aunque fuese por atisbo verlos nacer y morir en un parpadeo?

Giró la mirada.

La flota de naves Korg de última generación había llegado a la juntura del muro, el punto donde las corrientes gravitacionales se eliminan mutuamente, dejando entrever al ojo entrenado la verdadera puerta del trueno, el terror de todos los ejecutores.

Todos sabemos que existió y existiría, pero nadie ha intentado cruzarla, nadie ha avanzado más allá de este punto.

En el puente de la Nave Madre, la Gran Matriarca Dhalia Darsh contemplaba en espacio en QV, mientras sus ciegos ojos parpadeaban.

Ha sido demasiado tiempo, pensó.

Frente a ella y su pueblo estaba la última barrera, el último reto que los Korg habían hallado y enfrentaban.

Detrás, lejos habían quedado la tierra y el resto de la humanidad, abandonados a su suerte y recursos en la Vía Lactea, pensó en la Tierra, ahora nada más de una masa de gas sin vida, absorbida por el sol en su expansiva carrera y en todo lo que había pasado ya.

-No queda nada para nosotros.

había hablado en voz alta sin necesidad de ello, porque ahora los Korg habían aprendido a dominar el arte de reflejar la mente del otro, lo cual, la llevó de inmediato a la imagen proyectada por todos ellos en su interior. Un cielo gris en otoño en su residencia en un país que se había llamado Perú en alguna época, llevada de inmediato luego a la magistral figura de un Dispensador de la Verdad Jangk, quien había sido maestro de su padre antes de que los jangk partieran, tal como ellos hacían ahora.

Fue entonces cuando Dhalia, tocada por una sútil nota de contralto, comprendió que los ciclos volvían a girar y que la ilusión de la permanencia cedía terreno frente al asombro, frente a aquello desconocido, ya que no habían venido a conquistar, habían llegado hasta allí para conocer y fundar.

Cerró los ojos.

Los impulsores de campo de descripción hicieron estremecer el campo de la nave, proyectándola para el mayor salto jamás dado por matriz de transporte alguna.

Alrededor, las demás naves intercambiaban datos, observando expectantes el resultado del esfuerzo de la
Némesis.

La partitura entró en un crescendo y tocando las semillas de un tiempo nuevo, el ejecutor decidió que era tiempo para dejar ir.

Movió un dedo.

El espacio alrededor de la Némesis cambió de textura, alterándose y mutando para luego regresar a su estado normal, pero vacío.

un microsegundo antes de saltar, el cerebro de Dhalia terminó una plegaria y centró sus esfuerzos en elevar una palabra, una sola, esperando respuesta.

La halló


Adiós hija.

Las demás naves partieron de inmediato, siguiendo a la superior al otro lado de la vía y fue entonces que el ejecutor, sintiendo su tarea cumplida, se disolvió lentamente, derramando su conciencia en un lecho de estrellas, enviando preciosa información en todas direcciones.

Tal vez, pensó, aquella semilla germinaría en otro planeta y la escala comenzaría a recorrerse de nuevo y otra vez, todo aquello tendría sentido y la misión sería cumplida.

Y así, con el frío del espacio por hogar, el ejecutor que había sido conocido como Mikkel Zorg desapareció, hundido para siempre en el silencioso vacío del caos organizado del cual, en algún tiempo, otro como él habría de surgir para sucederle en el ciclo sin fin de la vida.